sábado, 17 de agosto de 2013

La Ley Fundamental


          ¿Y si se pudiera abordar a las audiencias, construir discurso, enmarcar una narrativa, negociar exitosamente y persuadir sin que nuestro oponente siquiera se de cuenta de lo que pasa, no ya a partir de lo que perciben de la realidad, sino de lo que los individuos creen de ellos mismos?

          Se denomina Ley Fundamental o mentira personal a la peor creencia que tenemos de nosotros mismos.

          Sabemos que el sistema simpático-parasimpático determina nuestra manera de reaccionar ante ciertos estímulos y crea, en gran medida, nuestra personalidad. Posee una influencia extraordinaria en nuestras actitudes, desde las más complejas como nuestro sistema de creencias y valores hasta la forma en que nos sentamos en una silla.


          Las impresiones causadas en nuestra primera infancia se vuelven una pauta de conducta para todo lo que nos ocurre después. Aunque el niño no pueda racionalizar sus sensaciones y pensamientos quedarán impresos en su sistema parasimpático. De manera que ante estímulos similares, a lo largo de su vida, su cerebro buscará información complementaria en esos recuerdos que bajo la forma de conclusiones subconscientes le darán basamento para sostener su idea acerca del mundo que lo rodea.

          Esas poderosas impresiones, denominadas por la doctora en psicología, Gunnel Minett[1], como “recuerdos pre cerebrales” que existen a nivel celular-corporal y no necesariamente en la mente, dan origen a ideas profundamente enraizadas e intrínsecas de las personas que se denominan Leyes Personales. Como estos pensamientos se programan a nivel celular resulta muy difícil renunciar voluntariamente a esas ideas. Al estar grabado a nivel físico hasta el cuerpo se resistirá a dejarlos ir para adoptar ideas nuevas.

          Esos recuerdos vagos pero orgánicos que consolidan creencias muy fuertes, dan sentido y corroboran la manera con que percibimos lo que nos va ocurriendo durante toda la vida. Sin que nadie se lo enseñe, el niño va extrayendo lecciones y conclusiones derivadas de esas primeras impresiones. Desde la perspectiva del sistema simpático-parasimpático para algunos la vida será dura y áspera, una lucha permanente por ser reconocidos, o suave y placentera.

          No solamente los nacimientos perturbadores pueden conducir a desórdenes, depresiones maníacas y neurosis, como lo establece Stanislaw Grof[2], sino que también se encuentran en la raíz de las adicciones y otras predisposiciones sociales menos graves como la contracción o no al trabajo, al nivel de aceptación o resistencia a la autoridad y la ubicación de la persona en un marco social jerárquico.
       
          Si las fobias mezclan emociones e intelecto, el temor a las alturas, el vértigo, el miedo a la oscuridad y otras, pueden tener su origen en decisiones pre verbales. Hay miedos tan irracionales como los derivados de las contra fobias, en las que se manifiestan tendencias compulsivas a la necesidad de probar y probarse cuan valiente se es, o al voyeurismo morboso de, por ejemplo, ser los primeros en observar a víctimas de accidentes, o ciertas perturbaciones sexuales pueden provenir de señales incorrectas del hipotálamo y originadas en traumas bloqueados inconscientemente. 

          El estado físico y psicológico de la madre en primera instancia, y de ambos padres luego del nacimiento, se traslada directamente a los hijos. Hay una transferencia psicológica no sólo de esos estados, sino hasta de las interpretaciones que se realizan. Esto, que se vuelve más evidente en las primeras etapas, se mantiene a lo largo de su vida en manifestaciones de participación social y junto a la herencia cultural del ámbito en que se mueve. Estas interpretaciones generan los marcos conceptuales de los que ha explicado George Lakoff.

          Los marcos conceptuales afectan nuestra manera de percibir la realidad. Esas estructuras mentales determinan nuestra forma de entender el mundo, de la planificación que hagamos de nuestras vidas, y como consideremos y evaluemos las consecuencias de nuestras decisiones. La buena noticia es que pueden ser modificadas mediante el discurso. 

          A su vez, en la medida que la nueva información recibida no se acomode a los marcos que tenemos en nuestras cabezas, los datos no ingresan al sistema, los ignoramos y por lo tanto, no pasan a conformar parte de nuestra realidad personal. Esto se realiza, principalmente, mediante la función de la disonancia cognitiva.

          La narración y la metáfora accionan sobre los marcos porque la construcción de los pensamientos se hace en palabras. Es la lengua, como la que conforma nuestro sistema de pensamiento. Pensamos en función de la lengua. Por cuanto la activación de los marcos conceptuales se realiza a partir del disparador que genere la aplicación correcta de determinadas palabras en función de una historia bien contada. 

          En ese sentido, tanto la ideología personal  como las acciones y nuesta conducta derivada de esa constelación de ideas, se encuentra enmarcada conceptualmente y cambia y se acomoda en la medida que el marco mental -la identidad y los valores que lo sostienen-, cambien.

          A pesar de las buenas intenciones de sus padres, el niño tomará el comportamiento evidente y el subyacente. Estas convicciones se han corroborado en los últimos años a partir de investigaciones que demuestran el poder de la transmisión de emociones es más fuerte respecto de las que no se verbalizan ya que el sistema de detección de mensajes no verbales es más poderoso que el simple procedimiento utilizado para decodificar la información racional.

          El neurólogo William Russell[3], ha demostrado la facilidad con que la información emocional que brindan los padres a sus hijos, principalmente las relacionadas con las expectativas que tienen puestas en ellos, los afectan y acompañan toda su vida. El principal problema del manejo de estas emociones tan dañinas es que no se producen a nivel consciente en los padres y a su vez éstos las arrastran de sus relaciones con los suyos. Es así que hasta que no ocurre la integración de esas emociones, éstas están condenadas a ser repetidas en la relación padre-hijos a lo largo de generaciones. 

          Estas emociones constituyen el basamento central de la cosmovisión de las personas y según Minett[4] cuando se integró suficiente información en base a recuerdos bloqueados, el cerebro “vuelve reconocible un tema dominante” o recuerdo clave que da consistencia al resto del sistema de recuerdos. Grof los ha clasificado en lo que se denomina sistema COEX[5] que es “una constelación dinámica de recuerdos y material de fantasía asociados, que provienen de diferentes etapas de la vida con el común denominador de una fuerte carga de calidad emocional similar entre unos y otros, y cargas físicas del mismo tipo o del hecho que comparten”. Es decir, que las cargas emocionales que arrastramos y dan color a nuestra forma de ver la vida provienen de la suma de emociones que acompañan los recuerdos del sistema.

          Es así como las personas tenemos opiniones de todo. Estas consideraciones se basan en el sistema de COEX, que lamentablemente parten de las peores valoraciones que podamos tener de nosotros mismos. Esa peor creencia personal, también denominada "Pensamiento Promotor" es la que nos guía y nos impulsa. Otra mala noticia es que de los 50 a 80 mil pensamientos que tenemos al día, la mayor parte son sobre nosotros mismos y básicamente negativos: No sirvo, no alcanzo, no valgo lo suficiente, soy estúpido, no puedo hacerlo, hay algo malo en mí, soy dañino, soy feo, soy una decepción, no soy querido, etc.

          Como esa creencia personal se construyó en base a un “malentendido”, que es una mentira que nos creamos para justificarnos, nos hemos pasado la vida, a su vez, intentando demostrar su falsedad. La forma de descubrir nuestra mentira personal es contestar unas simples preguntas que giran en torno a cuál es el peor pensamiento que tenemos de nosotros mismos.

          La incorporación de la Ley Fundamental como variable en la interacción social tanto en la mediación como en la negociación de conflictos facilita la construcción de una narrativa que tienda a generar atención y escucha atenta y si la retórica es correcta se arriba a las denominadas  ‘iniciativas de pendiente resbaladiza’, aquellas que si consiguen provocar algo, desatan otros efectos de forma imparable[6].

Lic. Guillermo Bertoldi


Notas

[1] Gunnel Minett es doctora en psicología de la Universidad de Estocolmo, Suecia, y es cofundadora de la International Breathwork Foundation

[2] Stanislaw Grof en “The adventure of self-Discovery” de State University of New York Press. 1988

[3] William Russell en “Explaining the Brain”. Oxford University. 1990.

[4] Gunnel Minett en “Breath and Spirit”. 1994

[5] Stanislaw Grof en “Beyond the Brain”. 1985.

[6] George Lakoff.  “No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político”.

[7] Tony Schwartz en “The Responsive Chord” traducido por Roberto Izurieta para la serie de publicaciones de Informe Confidencial que dirige Jaime Durán Barba.

[8] El término descriptivo “motivados por sus necesidades” pertenece al Sistema VALS de valores y estilos de vida es que es Marca Registrada en los EEUU.

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