lunes, 5 de agosto de 2013

Juegos en que participamos de Eric Berne



Del libro Juegos en que participamos se recomienda la lectura de los siguientes capítulos.


  • Capítulo seis. Los juegos de la Vida. Página 31
  • Capítulo siete. Juegos maritales. página 40
  • Capítulo ocho Juegos de reunión. Página 49
  • Capítulo nueve. Juegos sexuales Página 56
  • Capítulo diez. Juegos del hampa. Página 61
  • Capítulo once. Juegos de consultorio. Página 66



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http://www.ict.edu.mx/acervo_humanidades_psicologia_Juegos%20en%20que%20participamos_Eric%20Berne.pdf

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Un poco de historia sobre el tema del análisis transaccional en que se basa
el libro y la teoría de Berne

El  Eric Berne (1910-1970), médico psiquiatra, fue el fundador y creador inicial del Análisis Transaccional. El Análisis Transaccional (AT) es una escuela de psicología enfocada al mejoramiento personal y social.

Su objetivo era lograr un modelo de abordaje terapéutico accesible y práctico para todos: Que lo pudiera entender un niño". Sus principales enfoques son:


  • Destaca los aspectos sociales y de interrelación.
  • Desarrolla un lenguaje no técnico y asequible a la comprensión del paciente.
  • Mantiene la consideración positiva del otro como perteneciente a la naturaleza humana.
  • Objetivo de la terapia: ayudar a la persona a restaurar o potenciar la posición existencial original: "yo estoy bien, tú estas bien".


Teoría de la Personalidad

Estados del yo
En su última obra, Berne define los estados del yo como «sistemas coherentes de pensamiento y sentimiento manifestados por los patrones de conducta correspondientes»; son los componentes de la personalidad y pueden clasificarse en tres tipos llamados Adulto, Padre y Niño. Cada persona durante cada día puede ubicarse en un tipo u otro, variando su modo de sentir, pensar y actuar según el estado del yo en que se encuentre.

Gráficamente, Berne representa este modelo con tres círculos alineados verticalmente rodeados por una línea que los engloba, la cual suele omitirse para simplificar el diagrama, al igual que se utilizan las iniciales P, A y N.

Padre: la persona siente, piensa y actúa de modo similar a la versión que ha interiorizado de una figura relevante de su infancia. Estas figuras son principalmente los padres, y también abuelos, tías y tíos, hermanos y hermanas varios años mayores, cuidadoras, vecinos e incluso personajes de películas. Así, alguien puede comprar fruta pidiéndola con la misma frase que utilizaba su madre reproduciendo su modo de cruzarse de brazos y sostener la cartera, a la vez que piensa que hay que vigilar la balanza del peso pues hay que desconfiar de los tenderos.

Adulto: acorde con las capacidades que se han ido desarrollando a lo largo de la vida, los conocimientos que ha ido adquiriendo y la experiencia que ha venido acumulando, la persona en su momento actual tiene un modo de sentir más estable, un modo de pensar que considera tanto lo específico e inmediato como el contexto general y las consecuencias y puede modular su comportamiento. Quien esté situado en un estado del yo Adulto, además de sentirse muy alegre con el millón de euros ganado en la lotería, sopesa qué hacer con el mismo. Por eso, mantiene el anonimato frente a los representantes de entidades bancarias que se agolpan en la administración donde registró el boleto y que ofrecen vistosos regalos si el afortunado guarda el dinero en su banco.

Niño: el modo de sentir, pensar y actuar es similar al de cómo lo hacía la persona en determinadas épocas de su infancia; la cual se caracteriza en general por la preferente intensidad y volubilidad emocional, pensamiento predominantemente centrado en lo inmediato y comportamiento tendente a ser impulsivo. Una persona de cincuenta años ubicada en este tipo de estado del yo, puede entusiasmarse ante una oferta de calzado de “pague 2 y llévese 3” y comprar cuatro pares de zapatos; sin dar importancia a que los números que quedan son dos tallas superiores a la suya, del mismo modo que quería de pequeño un abrigo por sus colores vistosos, aunque le estuviera muy pequeño.

En resumen: a cada tipo de estados del yo le corresponden unos modos genéricos de sentir, pensar y actuar y cada persona presentará unas características específicas de cada uno de ellos, así como una tendencia a ubicarse predominantemente en un tipo o en otro. De este modo quien se sitúe preferentemente en un tipo Padre, presentará con frecuencia comportamientos de estilo protector y directivo o incluso sobreprotector y autoritario; expresará pocas inferencias intuitivas y creativas y disfrutará menos de lo inmediato (características de un tipo de estado del yo Niño); también tomará escasas decisiones y acciones adaptadas a las condiciones cambiantes del entorno (aspectos del tipo Adulto). 

Berne denomina exclusión de un tipo de estado del yo, sea Padre, Adulto o Niño, cuando la persona no suele ubicarse en él, pudiendo atañer a uno o a dos de ellos. En otros casos, un estado del yo Adulto puede presentar parcialmente características que corresponden a un estado del yo Padre, como ocurre en el caso de los prejuicios y los tópicos en que una persona o un grupo consideran como hechos las creencias trasmitidas por tradición. Otras veces, un estado del yo Adulto puede en parte mostrar aspectos relativos a un estado del yo Niño, como sucede en las ilusiones, en que alguien toma como certezas las creencias de la infancia. Ambos casos se denominan contaminación, pues el discurrir del pensamiento de estilo adulto tiene por objeto justificar la creencia en vez de averiguar su veracidad. De este modo, alguien puede dar indicios de una contaminación doble, pudiendo combinar el prejuicio de “Hay que desconfiar de los extraños” y la ilusión de “La gente no me tiene en cuenta”. Así es como concluye: “Dice que le interesa mi opinión para ridiculizarme cuando se la dé”.

También, y con frecuencia, las personas desarrollan diálogos internos al situarse alternativamente en un estado del yo y otro, como es el caso de alguien que se dice a sí mismo “Vamos, adelante, que tú eres capaz de hacerlo” (estado del yo Padre) y replica “A por ello” (estado del yo Niño).

Teoría de la Comunicación

Según Berne, las personas tienen tres “hambres” básicas principales:4 de estímulos, de reconocimiento y de estructura. Para mantener su bienestar requieren estimulación sensorial, tal como mostró Spitz en 1945 tras sus investigaciones con niños, o expusieron los estudios sobre privación sensorial efectuados en la década de los 60. Además necesitan que se les reconozca, «una versión adulta de la necesidad del niño de ser tocado, en la cual el “toque verbal” reemplaza al toque físico».5 Y precisan estructurar el espacio físico, el organizar el ámbito social y programar su tiempo.

Las “hambres” de estimulación sensorial y de reconocimiento se atienden con estímulos táctiles o sociales, que en inglés reciben el nombre de “strokes”, y en español “caricias”. «Caricia: la unidad de reconocimiento, ej. “Hola”». Su esencia es que hacen que la persona se sienta viva y que los demás reconozcan su existencia, sea porque la elogian sinceramente (caricias positivas), la adulan para manipularla (carias falsas positivas), o la rechazan (caricias negativas). En este último caso pueden valorarla e incapacitarla (caricias negativas de lástima) o agrediarla con el gesto, con palabras o col golpes (caricias negativas agresivas). 

Una persona puede llegar a preferir recibir caricias negativas a estar sin estimulación y reconocimiento: es lo que sucede dentro de algunos niños a quienes sus padres sólo atienden cuando hacen trastadas o en algunos adultos que concurren a programas televisivos donde los organizadores y el público los degradan.

Hay interacción social cuando alguien da una respuesta a quien previamente le ha estimulado. Berne denomina transacción al par estímulo-respuesta y «Una transacción consistente en un solo estímulo y una sola respuesta, verbal o no verbal, es la unidad de acción social. Es llamada transacción porque cada participante gana algo, y por eso es por lo que se involucra en ello.» Considerando que hay transacciones que las personas pueden establecer en un nivel manifiesto o nivel social y en uno oculto o nivel psicológico,8 al representar a cada participante por medio del diagrama de los estados del yo y a cada elemento de la transacción (estímulo o respuesta) mediante una flecha, podemos representar los tipos de transacciones.

Simple complementaria: establecida en un solo nivel, están implicados dos estados del yo y uno de los participantes responde desde el estado del yo al que el otro participante ha dirigido el estímulo y hacia el estado del yo que lo ha emitido.
Estímulo (E): “¿Me invitas a un café?” Respuesta (R): “Sí”

Simple cruzada: también establecida en un solo nivel, un participante responde desde un estado del yo distinto al que el otro ha dirigido el estímulo y hacia un estado del yo distinto al desde el que lo ha emitido.

Estímulo (E): “Me invitas a un café” Respuesta (R): “¡Qué malos modales!”

Ulterior angular: la persona que emite el estímulo lo hace, en nivel social o manifiesto, hacia un cierto tipo de estado del yo y en el nivel psicológico u oculto hacia otro tipo de estado del yo. Quien lo recibe puede responder de modo complementario desde uno u otro de los estados del yo estimulados hacia el estado emisor.

Estímulo nivel social (Es): “Me gustaría que tomáramos otro café, pero no me queda dinero”. 

Estímulo nivel psicológico (Ep): “¿Me invitas a un café?”
Posible Respuesta 1: “Pues te invito yo”. Posible Respuesta 2: “Pues vámonos”

Ulterior doble: quien estimula, lo hace en el nivel social manifiesto, hacia un cierto tipo de estado del yo y en el nivel psicológico u oculto hacia otro tipo de estado del yo. Quien lo recibe también responde en dos niveles, desde los estados del yo estimulados a los estados emisores.

Estímulo nivel social: “¿Subes a casa a tomar un último café?” Estímulo nivel psicológico: “¿Jugamos?”
Respuesta nivel social: “Sí, gracias” Respuesta nivel psicológico “¡Vamos!”.

Además de atender a las “hambres” de estímulo y de reconocimiento, las transacciones atienden al “hambre de estructura” pues su secuencia conlleva la estructuración el tiempo. 

Berne estima que las seis formas básicas de estructurar el tiempo a corto plazo son el retraimiento, los rituales, las actividades, los pasatiempos, los juegos y la intimidad.
En el retraimiento la persona está presente pero su atención puede estar centrada en fantasías o en cuestiones profesionales alejadas de la situación social en que se encuentra. 

Sin embargo, los rituales conllevan una notable interacción, si bien son las costumbres sociales las que estipulan la secuencia de transacciones, como en el caso de “Buenos días”-“Buenos días” Los pasatiempos, aunque parcialmente estipulados por las costumbres, permiten introducir transacciones con un estilo personal. Es lo que sucede cuando se reúnen parejas y debaten sobre las dificultades surgidas con los hijos e hijas adolescentes (pasatiempo llamado “Asociación de Padres de Familia”;10 y así, junto con los tópicos habituales, introducen variantes que subrayan lo especialmente difícil que es el propio caso.
En las actividades, habitualmente la secuencia de transacciones se produce entre estados del yo Adulto de los participantes, del estilo: “¿Temperatura?” – “40º C”, “¿Soluciones?” – “Antitérmicos y antibióticos”

Teoría de Los Juegos

En el análisis transaccional, Berne presentó los juegos como «series de transacciones ulteriores, de naturaleza repetitiva, con un saldo bien definido. Dado que una transacción ulterior significa que el agente pretende estar haciendo algo, mientras realmente está haciendo algo distinto, todos los juegos implican un timo». El saldo suele ser complacerse en sentimientos de culpa, incompetencia, pena, miedo o rencor que se denominan “rackets”. término del argot estadounidense que se refiere a negocios ilegales. Un racket, como por ejemplo el rencor, se puede ir incrementado en sucesivos juegos, como si se acumulasen cupones, hasta un punto en el cual la persona se cree suficientemente justificada para actuar; por ejemplo, agrediendo.

En su best-seller Games People Play (Juegos en que participamos), Eric Berne expone múltiples pasatiempos y juegos, así como las antítesis de ellos, que son modos de neutralizarlos.

En What do you say after you say hello? (¿Qué dice usted después de decir “hola”?), menciona el triángulo dramático, elaborado por Stephen Karpman, y según el cual, a lo largo del juego, los jugadores ocupan una de tres posibles papeles: Perseguidor, Salvador y Víctima, pudiendo pasar de uno a cualquier otro según la fase del juego.
Por último, está la intimidad; Berne la define como «una relación libre de juegos, sincera, con un mutuo dar y recibir sin explotación»

Teoría del Guión

En la estructuración del tiempo a largo plazo (meses, años) la persona puede estar siguiendo un guion, que Eric Berne define como «un programa en curso, desarrollado en la primera infancia bajo la influencia parental, que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida».

Desde la temprana infancia, el niño irá fraguando su propio guion, ya que interioriza versiones de mensajes de las figuras relevantes: órdenes, prohibiciones, permisos, atribuciones o procedimientos, hayan sido emitidos intencionadamente de modo verbal o no verbal, o mostrados sin intención como modelo de comportamiento. Aceptará interiorizarlos por la insistente repetición de los mismos o por el modo impactante, incluso traumático, en que él los ha percibido. Los mensajes interiorizados y las experiencias vividas contribuyen a que la persona, ya desde la infancia, se adscriba con preferencia a una de las siguientes posiciones de autovaloración y valoración de los demás, también llamadas posiciones existenciales:
Yo estoy bien-soy bueno/a / Tú estás bien-eres buena/o, lo cual supone que se valora y estima favorablemente a sí mismo y que valora favorablemente a ese “otro”: específicamente, a una persona concreta y genéricamente, a una persona cualquiera. Yo estoy bien-soy bueno/a / Tú estás mal-eres mala/o implica una autoestima favorable y una valoración desfavorable de los demás, ante los que puede tomar una actitud perseguidora (“Hay que eliminarles”) o salvadora (“Hay que rescatarles de su situación”).

Yo estoy mal-soy malo/a / Tú estás bien-eres buena/o conlleva una desfavorable autoestima frente a una favorable valoración de los demás, con estado emocional triste, se tiene como incapaz e indefenso/a e irradia pesimismo, desgana hacia la actividad (abulia), marcada dificultad de disfrute (anhedonía) y desinterés por la situación emocional de los demás (apatía). Sin embargo, esta posición con marcados aspectos depresivos, permite a quien en ella se ubica suponer que es posible no estar así, pues se atribuye que los demás están de otra manera.

Yo estoy mal-soy malo/a / Tú estás mal-eres mala/o fomenta la desesperación, pues la persona se valora desfavorablemente, al igual que hace con los demás, quedando la esperanza de poder estar bien muy remota, o tal vez inexistente. La posición preferida y los mensajes interiorizados condicionarán las características del guion que propiciará elegir las personas con quienes relacionarse, que han de estar en sintonía con dicho guion y que la persona irá desarrollando mediante retraimiento, rituales, pasatiempos y juegos y que irá adaptándolo sucesivamente para adecuarlo a las circunstancias cambiantes.

La persona elige el argumento del guion a una edad temprana, en la cual sus capacidades están poco desarrolladas, tiene pocos conocimientos adquiridos y acumula pocas experiencias vitales. Por ello, el programa elegido dista bastante de ser el adecuado para las circunstancias que irán surgiendo en la vida, de modo que los logros y las satisfacciones que se obtienen con él, están considerablemente alejadas de las que la persona podría alcanzar. 

Además, al no tener plena consciencia del guion, tenderá a repetir decisiones y acciones equivocadas, atesorar “rackets” y anquilosarse en posiciones existenciales dañinas para sí y para otros.

EL JUEGO QUE JUGAMOS





Guillermo Bertoldi

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